lunes, 11 de octubre de 2010

El Domingo de un chapín

El chapín come tor trix y toma coca, almuerza pollo Campero y lee Nuestro Diario. También se le puede ver en el Parque Central comiendo tostadas y tomando atol de elote mientras se echa un su lustre. O en la Plaza Berlín disfrutando de un elote loco después de volar pata desde el Obelisco y esquivando patinadores, ciclistas y chuchos que inundan la Avenida Las Américas. Una granizada de limón y pepita, un helado de hielo y un algodón de azúcar, mientras las cabras pasean patojos de aquí para allá en casi ridículas carrozas. El pony no falta para tomarse la foto Polaroid y las pelotas de tripa de coche. El globito, el chupete y los modernos muñecos inflables. Solo en la memoria quedaron los avioncitos de duropord que vendían en el Zoológico La Aurora, las burbujitas de jabón y el trencito que circundaba todo el parque.

 
Pero el chapín tambien es caquero. Se va al cine de Okland o se va a comer pitza a Miraflores aunque lo pudiera hacer en cualquier otro lado. Se va a la Antigua y de regreso pasa al mirador a pedir una tostada y un atol desde el carro para mayor comodidad. Se pone sus crocs cuando llega a su casa y duerme con pijamas de winie poh.

 
El chapín es un gran deportista. Practica el levantamiento de tarro y barra libre. No falta a su devocional partido dominical del sábado. Y la chamusca de la tarde.

Pero el chapín es bien topado. Es calidá, es bien pilas y bien arrecho. Lo que le falta de pisto le sobra en cultura y costumbres. Nunca le faltan los cuates y las traidas, y para los frijoles, donde comen dos, comen tres, y Dios me guarde que vaya a faltar el rimero de tortillas.

Ana Lucia Quiñonez
2014009

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