martes, 31 de agosto de 2010

El Vueltegato de la Catafixia - DRL

El pasado Miércoles se llevo a cabo la ya tradicional noche de poetas en la Universidad Rafael Landívar, entre mucho esfuerzo de la catedrática y poca colaboración de la casa de estudios se logro conseguir un salón para 30 personas en la que se disfruto de una tarde diferente, más bien relajante.


Miembros del grupo “San Antonio de Cabeza” y el conocidísimo compañero Keneth Cruz daban los últimos toques finales para iniciar tan especial evento. Y la hora llego, una orgullosa futura madre inicio la velada primero se presentaron los autores más representativos de Catafixia, principalmente de la Toma 4. La primera en compartir su obra fue la poetisa Vania Vargas quien leyó fragmentos de su libro “Cuentos Infantiles”; algunos textos parecían no ser tan infantiles al final de cuentas pero estaban cargados de muchas reflexiones.

A continuación el más joven Gabriel Volke presento fragmentos de sus libros, y ya para cerrar la corrida del grupo de la “Catafixia” Julio Prado toco las fibras más sensibles de los presentes, y de verdad que lo hizo recordando momentos de la vida cotidiana. El libro en cuestión era “Rockstar!” el cual conjugaba de una manera muy audaz fragmentos de la vida de las más grandes estrellas del mundo de la música con historias del día al día, creando una amalgama estupenda que invitaba directamente a la identificación con los textos.

Ya habiendo entrado en calor y en confianza, como se dice en Guatemala, llegó el turno de Pablo Bromo en el micrófono. “Arbitraria Muchedumbre” termino de hacer click con todos los asistentes y nos llevo al contexto de una súper parranda. Ya en el momento Pablo se soltó las amarras y nos regalo una muy detallada imitación de los demás escritores de Vueltegato que no pudieron estar presentes. Luego, Claudia Navas presento algunos de sus escritos que para ella son más representativos.

Como un segmento adicional se presentaron dos grupos musicales que hicieron vibrar a los presentes sobre todo a los que tienen una mayor inclinación hacia el ámbito musical. Mientras esto sucedía los estudiantes adquirían los libros de los dos grupos de una forma tan natural que era como estar en un evento cultural en otro lugar.

Diego Rosito

lunes, 30 de agosto de 2010

4 ROLITAS Y LISTO! - Sofía Ferro-

Normalmente no acostumbro irme a la Universidad desde mi casa, y si es así, es porque me obligaron a ir un sábado por la mañana (y me cuesta despertar temprano) o porque olvidé algo importante en casa que deba entregar sin falta un día entre semana; y si es cualquiera de los dos casos, definitivamente estoy en carreras.

Gracias a Dios no vivo lejos, normalmente no hay tráfico en el camino para llegar a la URL. Es bien sencillo, aunque algunos piensen que vivo lejos, pero no es así. El tiempo máximo que ocupo son 20 minutos (y exagerando). Obviamente este tiempo sólo es para llegar, porque de ahí se suman un par de minutos para llegar a clase.

Se necesitan cuatro canciones seguidas de un buen CD (o del ipod) en el carro para llegar a mi destino de estudios superiores. Al salir de casa, subirme al carro, arrancarlo, bajar el vidrio, ponerme los lentes de sol de gota caída para un buen feeling y poner a reproducir canciones con sonidos estimulantes para apresurarme a llegar (y mejor si ya me sé completas las canciones para cantarlas en el camino y así obviar a la gente lenta que se le olvida cómo manejar y respetar que el carril derecho es para ir despacio) , es más que suficiente para hacer el mini trip hacia la U.

Todo está en el ritmo de la canción y en la soltura del timón para coreografiar las curvas y baches que encuentro en el camino. Salgo de la garita de la colonia, y cada primer cruce a la derecha me dirige a la Calzada de la Paz que me lleva directamente al Blvd. Austriaco para agarrar viada a la subidita, pasar los dos redondeles, pasar El Hoyo e ingresar con toda rapidez al parqueo 7, subir al cuatro y estacionarme de reversa en donde encuentre lugar cerca de la salida. ¡¡Y listo!! No necesito más de cuatro rolas para llegar a mi destino.

viernes, 27 de agosto de 2010

Palabras y notas musicales conjugadas en una noche.

Por: Andrea Martìnez




“Noche de poetas y velada artista”, es como se nombro la actividad realizada el pasado miércoles 25 de agosto del presente año, en la Universidad Rafael Landivar. El evento fue coordinado por la catedrática Claudia Navas.

La noche arrullo la lectura de sueños, frustraciones, y perspicacias, que resultaron bastante curiosas para quienes estuvimos a la expectativa. Entre címbalos de palabras conjugadas con versos resonantes por cada tono de voz enigmáticos, que con destellos de cada vocablo pronunciado, develaban su esencia enfrascada en cada composición, inspirada desde sus entrañas.

Caja juego de fonemas expuesto, representaba a Pablo (bromo), Alejandro (Marré), Luis (Alejos), Vania (Vargas), y Maurice (Echeverría). Lamentablemente, no contamos con la asistencia de todos los colosales escritores. Sin embargo, de las desventajas se sacan provechos, pues nos deleitamos con las imitaciones de expresiones corporales y gestuales de algunos de los ausentes. La obra minimalista, pero elocuente y creativa, de los poetas imitados la realizó Pablo.

En cada verso leído y oído, se puedo experimentar una agudeza de los sentidos, ademas de viaje en que nos embarcamos hacìa los escenarios de los rock stars, noches de farra, inocencias perdidas, y dudas míticas de la esencia del Creador, entre otras… Sin lugar a cavilaciones, las estrellas confabularon para ser espejo de cada presencia puesta en escena.

Ja! Pero que decir, de los músicos cantores, con las ideas de cabeza, que sólo era una muestra del sincretismo tan asfixiante que nos envuelve, poniendo a la libertad en un cautiverio penetrante de mentes y vivencias. Las muestras inspiradoras hablaban por sí solas, eran coherentes y conscientes. Los tarareos de sueños, esperanzas y agonias se dejaron sentir al ritmo de las cuerdas silbantes por el tacto del cantor.

Una noche inspiradora y reveladora de los grandes talentos que muchas veces se esconden en una ciudad ensangrentada y violentada. En una metrópoli que muchas veces aparenta ser desolada e increpara para aquellos que con furor y valentía saltan de burbujas repelladas de morfina que sólo adormece la vista, nublando el horizonte para percibir los radiantes destellos que apremian el paso hacia un camino contrario.







LA NOCHE DEL POETA Y DEL CANTO.

Por. Dionisio Esteban. Carné 2680385.

Para muestra un botón; mi catedrática me ha infundido ese misterio que envuelve a la poesía desde que la conocí. “Noche de poesía y de velada artística” convocada por ella, seguro que es algo espectacular. Claudia Navas es como un ser sobrenatural, perteneciente al mundo de las ideas, las fantasías, el mundo que brinda sabor y color al mundo real en que los demás estamos y nada más peleamos.
Era de esperarse que la noche del 25 de agosto, fuera la noche de la fantasía, de los sueños, del lenguaje que no se puede ver pero sí se puede sentir. Acá era evidente el ambiente urbano, pero yo adecué lo escuchado al ambiente rural, al del pueblo maya olvidado. La poesía y el canto invadieron mi vida.
Era impresionante ver la estatura, el rostro, el cabello, etc. de los poetas y cantores, pero todos unidos en algo, la magia de las letras y de notas musicales. Así comenzó el evento, algunos de nosotros llegando tarde como siempre pero atentos presenciando la actividad.
Estuvo presente Vania Vargas quien inició la actividad recordando su infancia con “cuentos infantiles”, pero que también reflejaban sus obras como “Radiografías”, “los falsos millonarios” y “diagrama del sol”. Luego Pablo Bromo leyó varios de sus libros haciendo de una forma dinámica cambiando de silla. Fue muy interesante.
A continuación Claudia Navas leyó dos de sus textos de alguno de sus libros en donde narraba en uno de ellos su experiencia de visita al Maximón de San Andrés Itzapa. Finalizando con aplausos, se pasó al arte musical con el grupo “San Antonio de cabeza”. Posteriormente Juan Aguirre, vocalista de Razones de cambio interpretó melodías con alto contenido social.
Así llegó a su fin la noche de la poesía y del canto dejando en mí las ansias de ir escribiendo sobre temas que vivo constantemente.

jueves, 26 de agosto de 2010

De la URL a mi casa.. Michelle Rossell

Salir de la universidad, mentirles sería decirles que me pone muy triste, pero como estamos hablando con la verdad, amo salir de la universidad. En el momento en que me subo al carro, puedo dar un suspiro de alivio, de paz y de mucha tranquilidad. Enciendo el radio, busco una canción que haga que todos mis sentidos se liberen de tanta tensión, mi único pensamiento es, quiero almorzar y dormirme. Solo pensar en lo linda y deliciosa que se debe de ver mi cama, me pongo tan feliz, pero alto, primero tengo que ir hasta la zona 2 a traer a mi hermana al colegio, imaginen eso. Detesto el tráfico que se hace para llegar a ese colegio, los carros enfrente del colegio de mi hermana son insoportables, arruinan el paso, y me la paso bocinando, bocinando, bocinando, hasta que mi hermana me mira y se sube al carro. La misma pregunta de siempre, mi amor como te fue. Mi hermana a veces molesta, triste o feliz contesta como siempre. Luego dependiendo del ánimo que este, le saco plática porque hay días que esta insoportable, así que prefiero guardar un silencio, irme cantando o solo pensando en cosas de mi vida. No es por nada , pero ir en el carro solo es como vivir una experiencia. Encontrarse con uno solo, pensar acerca de lo que se vive a diario, de los problemas que tenemos y de ver como se pueden solucionar es todo un arte.
A veces, cuando voy con mi hermana no me da tiempo de pensar, porque mi tiempo es solo para hablar con ella bromear un poco, quejarnos de la vida etc, pero cuando no tenemos nada que decir , todo lo que pienso y todo lo que siento no se expresa yo estoy manejando, pero realmente es como que no estuviera en la tierra, como que estuviera en otro mundo, simplemente como que estuviera en mi mundo. Un lugar desconocido, donde yo soy la dueña de todo. Llegar al puente San Cristóbal es sentirme tan cerca de mi casa, siempre le digo a mi hermana que llame a la casa y le pregunte a la empleada que hay de comer. Realmente, no se porque lo hago, pero ya es una costumbre, cuando es algo rico, me voy saboreando la comida hasta llega a mi casa, y cuando es algo que no me gusta, pues, es como que se pierde esa emoción, pero solo con saber que llegaré a mi casa me pongo feliz. Ver al policía de la garita saludarlo parquear el carro y listo otro día mas llegue a mi casa. Llegue al lugar que mas amo en este mundo. Donde soy tan feliz y donde tengo a las personas que hacen que mi vida tenga un sentido, mi familia.

Michelle Rossell Receso en la URL

Quien lo diría, otro día mas, donde en solo 20 minutos de receso tengo que contar mis experiencias de vida. A quien le va a dar tiempo de contar todo la historia o la telenovela que vivo a diario. IMPOSIBLE, pero tengo que ver de qué forma resumo todo lo que necesito decir en 20 minutos. Por eso, después los licenciados se enojan que uno hable en clase, si realmente no terminamos de expresarnos completamente en un receso y por eso a veces se siente la necesidad de seguir con la historia en períodos de clase.
El día de hoy, me siento profundamente incomprensible, porque una etapa en mi vida donde reina la confusión y donde lo único que tengo que decir es que 20 minutos no son suficientes para descansar, comer, y mucho menos contar mi vida personal.

Poesía y música

Nathalie Ortíz

La “Noche de Poesía y Velada Artística”, actividad que se llevó a cabo en el Salón Luis Gonzága de la Universidad Rafael Landívar, unió a estudiantes de primer y segundo año de la carrera de Ciencias de la Comunicación.

Fue una noche en donde poetas y músicos mostraron sus talentos artísticos. Compartieron sus textos y canciones de su autoría. Es muy interesante ver a los editores de sus libros leyendo sus propios textos, es algo que no se puede vivir a diario y fue la oportunidad que tuvimos esta noche.

La noche comenzó con la poeta Vania Vargas presentando “Cuentos Infantiles” y expresando que realmente este libro no es específicamente para niños sino que es un recuerdo de la niñez. Este libro es del Tomo 4 de la editorial Catafixia. Está compuesto por otros tres libros “Radiografías”, “Los falsos millonarios” y “Diagrama del sol”.

La velada continuó con Pablo Bromo quien presentó varios libros de su editorial, incluyendo algunos de sus libros. Pablo al leer los libros de otros escritores, los caracterizó y se sentaba en diferente silla. Fue muy dinámica su participación. La licenciada Claudia Navas también leyó dos de sus textos en uno de los libros.

Al finalizar con la poesía, continuó la música protagonizado por San Antonio de Cabeza quien nos deleitó con varias canciones compuestas por ellos. Y para darle cierre a tan gran noche, Juan Aguirre nos compartió sus canciones, algunas de cuando estuvo en Razones de Cambio y otras, él como solista.

Con aplausos, sonrisas y entrevistas se terminó la velada.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Camino a la U

Carlos Morales

Otro día más que ir a estudiar, aprender algo nuevo, o no. Echar la hueva o simplemente ir a platicar con los amigos. Como sea hay que emprender el viaje de siempre hacia la universidad. Con el cielo más gris que los ojos de un gato, esperando a que la lluvia no demore mucho en caer. La martí un caos a la hora que voy para la Universidad, el hoyo de la zona 6 me vino a facilitar la llegada a la U. me encamino hacia un atajo el cual me saca de la zona 6 hasta la Calzada de la Paz.
Que de Paz no tiene nada porque apenas comienzan a caer unas cuantas gotas de lluvia y ya hay derrumbes, hay colisiones entre los carros que por más que esté lloviendo agarran a gran velocidad sin importarles su vida ni las de los otros automovilistas.
Una vez pasada la calzada de la paz, viene el boulevard el austriaco, con el tiempo encima por llegar a la primera clase temprano, y sobre todo por que hay examen. Por suerte que no hay trafico, luego acelero un poco más, cuando me encuentro con una cola de carros impresionante, toda la gente queriendo entrar al hoyo, cuando logro tomar mi ticket y estacionar casi por Metrobowl, tengo que correr y correr y correr, casi sin respiración llego a la clase, cuando me entero que la licenciada no llegó a clase y que no hay examen. 

Qué cola más m%$#%da

Carlos Morales


Un día pesado, luego de un stress horrible en el trabajo y el tráfico de mierda que no cede en ningún momento. Llegar a la primera clase y que esté aburridísima, lo único de lo que tiene ganas uno es de comer algo ya. Por eso al receso salgo disparado a la cafetería, preguntándome que comer, sin encontrar una respuesta rápida. Cuando ya me decidí por Café Gitane me encuentro con una cola excesiva de gente, bueno dispuesto a comer un buen pan y un delicioso café, espero haciendo la cola.
Luego para pasar el tiempo se pone a platicar uno de las vicisitudes de la vida, y a saludar a amigos que hace tiempo no mira uno. La cola se hace un poco amena, pero a la vez el tedio de que ya hay que entrar a la siguiente clase y no hay modo que pueda comer algo. Al fin comienza a caminar un poco más rápido la cola, increíble pero cierto hay que hacer cola para hartarse algo.
Gracias a la eficiencia de algunos empleados que están más cansados que los propios alumnos (creo yo), la cola camina a paso de tortuga, y uno necesitado de tan solo un bocado y un trago de algo, porque no ha almorzado siquiera. Gracias a Dios uno llega a la caja y comienza a ordenar, un pan tradicional, con mayonesa, aguacate, pollo y un café. Lo único que quiero es salir corriendo para la próxima clase porque ya voy tarde. Corriendo comiéndome el pan, casi atragantándome el café casi rebalsándose, y al fin llego a la otra clase un poco antes para comer un poco tranquilo, pero todo por la malditaaaaaa cola.

martes, 24 de agosto de 2010

Disculpe acá va la cola, No! Allí va el hombro, la cola esta más abajo!


Soy de los que casi no comen al receso… pero siempre bajo con alguien con quien desperdicio mi media hora de descanso, para hacer una cola, donde hay 25 personas indecisas que no saben que van a comer, cuando por fin llegamos hasta donde esta la persona que nos va a cobrar, resulta que yo iba con un indeciso mas, y por personas como estas, es porque hay una maldita cola donde desperdicio mi tiempo…
Sin mas que decir y con paciencia en mi ser, respiro profundo, para no enojarme, cuando llega una persona a mis espaldas, me toca el hombro y me dice… Disculpe acá va la cola, escuchando la pregunta, que no es tonta, pero con el sarcasmo que me caracteriza decido contestarle,  No! Allí va el hombro, la cola está más abajo!



Jose Alvizures

Un par de cigarritos pal camino

Un par de cigarritos pal camino

Se vienen las 4:30 de la tarde en el reloj de mi sala, sabiendo que ese mugre aparato esta adelantado 10 minutos por mi mama, me dispongo a sacar el carro del garaje de mi casa, una tarea que no me gusta mucho, lástima que mi carro no es un transformer para que se salga solito,  pero si  parece transformer, no por lo moderno, ni sofisticado, si no porque se le desprenden partes de el mismo, pareciendo que se fuera a transformar en un robot súper desarrollado.
Cuando por fin saco dos carros, porque el de mi hermana también se parquea en el mismo garaje, pero enfrente de mi, esto me toma casi los 10 minutos de lo adelantado del reloj para siempre salir a las 4:30 en punto, mi primera imprudencia es que salgo en contra de vía  media cuadra porque hay mucho tráfico, y me toma mas tiempo salir de la forma decente, que hacer una imprudencia como esa, igual las calles de alrededor de mi casa todas son de doble vía, entonces no me da tanto cargo de conciencia.
Al llegar al primer semáforo, enciendo mi primer cigarro, y procuro la mayoría del tiempo  tener una buena selección de música para que el tráfico se haga menos cansado…
Paso por  una, dos y tres veces por las vías de tren, aun no entiendo porque existen estos tubos arruina llantas, pero bueno,  Guatemala parece una ciudad de terracería, mientras avanzo por la cuchilla, entre calle martí y zona 6 barrio San Antonio, decido subir los vidrios, y encender mi segundo cigarro aunque me ahogue con el humo, pero prefiero ahogarme con mi humo no por  desconfianza de mis amigos motoristas, si no por simple precaución a que me asalten.
Inicio la calzada de la paz, con precaución porque las personas manejan muy rápido, y a veces yo también, entonces mejor soy yo el que no lo hace… para todo esto, el tercer cigarro ya se esta terminando y yo ya  estoy el boulevard austriaco, muy cerca de la Universidad, siendo ya casi las 5 de la tarde, pareciera poco, media hora de camino, dando una referencia de que esta ciudad es tan pequeña, pero para muchos lo es, porque se hacen es su mayoría de veces hasta dos horas, mientras a mi me toma solo un par de cigarritos pal camino…

Jose Alvizures

domingo, 22 de agosto de 2010

la Puta cola

Por: Julio Micheo

Al fin, las 7 y aunque no quiera el licenciado correspondiente debe detener su clase y permitirnos salir. Cual cabras locas salen algunos y algunas primero.  Luego salgo con la expectativa de un receso más, uno de los que tengo que tener durante 5 años.  Normalmente no como, en la universidad. Para evitar meter tanta porquería a mi cuerpo, mantener el presupuesto, y por supuesto no malgastar los 30 escasos minutos del intermedio en la fila de una venta de comida. Sin embargo casi siempre me toca acompañar algún desubicado de mis amigos a esa… cola.

Nos paramos tras el último que llego. Extendiendo la cabeza por los lados para encontrar a alguien conocido que pueda evitarnos la molestia de olerle los pedos a tanta gente delante de nosotros.  Pero no, ahí estamos obligados a esperar. Hablamos de idioteces que carecen de sentido, pero son como una droga para hacer el tiempo más rápido. Y al igual que todos los hambrientos pendejos, como nosotros, caminamos hacia el frente tambaleándonos de lado a lado. Cual pingüinos, o fila de comunión en la celebración dominical. Durante unos 5 metros, que se vuelven 20 minutos estamos ahí esperando la ansiada comida.

Al fin, llegamos a la caja donde mi compañero señala que va a comer. Ambos tratan de ser amables. Notándose el cansancio en el explotado empleado y la desesperación en el hambriento cliente. Al final se termina ese patético acto donde se entrega la mercancía, por una tarjeta que cada vez se hace más pesada por la deuda. Naturalmente seguimos con el rumbo y masticando el tiempo perdido en la esa fila, indiferentemente del lugar.

Regreso


Por: Julio Micheo 

Tomo el camino oscuro, iluminado por unos focos blancos. Como si fuera una señal para sacar a la gente que de la Universidad. Esa ruta fría es transcurrida por todos los estudiantes, que al igual que yo, dejamos el carro en el famoso “hoyo“. Definitivamente ese famoso parqueo es como un gran embudo, especialmente a las 9pm. Camino por el suelo empedrado del estacionamiento, al ritmo de la canción que está sonando en mi Ipod en ese momento. Mi mano izquierda empieza a jugar, ansiosa, con las llaves que se encuentran en mi bolsillo. Mi mano derecha va sosteniendo uno de los tirantes de mi bolsón negro, el cual va suficientemente agarrado a mi espalda, sin embargo mi extremidad superior derecha le da comodidad a esta mueca.

Subo a mi carro y cierro la portezuela que hace un ruido del roce de dos metales como que si estuvieran luchando por tratar de estar en el mismo lugar al mismo tiempo. Me dispongo a hacer la larga y tardada fila de salida. Viendo pasar a muchos desgraciados que saldrán después que yo, como un pequeño triunfo. Salgo del desdichado “Hoyo“ y piso el acelerador a fondo, aprovechando el poco tráfico de la hora, e ignorando la humedad arraigada al asfalto.

Poco a poco pasan a mi lado los postes encendidos con luces amarillas, que  cada vez se hacen más contiguos cuando termina la calzada la paz, y empieza la zona 5. Me voy adentrando a los bajos barrios de la zona 1. Que yo llamo, mi barrio. Logro tomar la 2da calle. En la cual las primeras cuadras tienen adornos, que ni son para hombres ni para mujeres, los cuales se intercambian por unos cuantos quetzales dando placer barato. Y al fin salgo de esa selva de put@s y veo mi cuadra. Paro, parqueo, apago, salgo y cierro el carro.

¡Hasta para comer hay que hacer cola!

Por: Adriana Duarte

Saliendo de la primera clase. Son las 7: 00 P.M. y estamos caminando hacia la cafetería. Caminando en los largos pasillos, llenos de personas, hablando de todo tipo de cosas de las cuales uno ni se imagina. Siguiendo el rumbo a la cafetería, viendo las caras, unos riendo, otros hablando por teléfono. Con miles de cosas en la cabeza, voy caminando casi que automáticamente a los restaurantes, todos preguntando ¿Que vas a comer? o  ¿A donde vamos?. Nos dirigimos a la cola para Go Green con Misha, ese día decidimos comer algo ligero y rico. Haciendo la cola y viendo quienes andan cerca de nosotros, nos dimos cuenta que estaba un viejo amigo y lo saludamos. Preguntándonos que íbamos a comer mientras nos reíamos de los enclenques. Platicando acerca de un chavo que conocimos que por ser enclenque las cosas no le salian bien. Cuando el de la caja solo se rie, me imagino que penso que estabamos o locas o que eramos malas por hablar asi de el chavo. Pensando en que queriamos, al final nos decidimos por unos como burritos que venden. Sacando la billetera de la bolsa, se cae una foto que yo tenia de Alejandro y nos reimos porque se miraba tan tierno de pequeño. Luego pagamos y esperamos a que nos hicieran los burritos. En lo que uno espera a que ingrediente por ingrediente hagan el burrito, nosotras seguiamos en aquella gran platica. Cuando nos dimos cuenta ya eran las 7:25 p.m. y nosotras todavia esperando que nos hicieran los burritos.  Al fin nos dieron los burritos, empezamos a caminar para nuestra clase que era en el M, comiendo y subiendo gradas, algo cansado. Llegando al M ya ibamos mas que muertas, no solo esperar un monton en el restaurante para ser atendido,sino encima de eso tener que caminar y comer hasta la clase, cansa bastante. Subiendo las gradas para el salon, hasta que llegamos y entremos ya a la clase tipo 7:35, un poco tarde pero nos die tiempo de hacer todo. Tranquilamente en clase ¡comiendo!.

"Going Home"

Por: Adriana Duarte

Salgo pero corriendo un martes de la clase de "Semiotica", caminando con las de la clase hacia el M. Busco a mi hermano.... ¡Donde estas Sammy! y solo le mando un mensaje, la Misha esperandome a que me vaya al parqueo para irnos juntas, la Isa ya se ha ido. Luego vamos caminando hacia el parqueo 4 con la Misha hablando de cualquier tontera que se nos ocurra, al fin cada quien llega a su carro. Yo con mi hermano en nuestro carro hagarramos camino para la casa, mientras vamos en el carro vamos escuchando la musica con la "bazuka" que es un gran equipo de sonido.Sonando la cancion de Enrique Bunbury y Zoe "nada" que es una que nos encanta a los dos. Cantandola con pasion y sentimiento. Pasamos por Vista Hermosa, luego por "Vista Real", luego llegamos a las horribles colas que pasan por "Santa Rosalia" esperando a pasar en un carril, cantamos la cancion de Avenged Sevendfold " Nightmare". Siguen las colas hasta que por fin pasamos, luego pasamos por Metroplaza, Plaza Express, Paseo San Sebastian, Gran Plaza, Escala, Condado Cocepcion. Vamos a dar la vuelta al retorno del puente que va a San Jose Pinula y pasamos por el Scandinavia luego el Colegio Palo Alto, la pizzeria Vezzuvio y al fin la garita de mi colonia, entramos y al segundo cruce entramos. Estaciona el carro mi hermano, me bajo del carro, saco las llaves de mi bolsa, abro la puerta, doy un gran suspiro, camino hacia mi cuarto, saludo a mi mama, me tiro a la cama.


viernes, 20 de agosto de 2010

Mayari Prado

Mayarí Prado
Carné 1231209


HACER COLA EN CAFÉ GITANO

Son las siete y cuarto en la noche. Apenas han pasado quince minutos del receso y estoy parada en la cola de café gitano. Siempre se ven las mismas caras. La fresa que habla con sus amigas sobre las banalidades del maquillaje y nunca hace falta la expresión - " ¡ A la gran! " También se ven a los que se desvelan, que andan buscando gasolina, es decir el café, para aguantar la segunda clase. Y otros como yo, que tomar café es un antojo placentero.

El frio es incomparable, el viento frio corre y la brisa llega al rostro de los y las que están al final de la cola. Veo el reloj, son las siete y veinte, muestro mi desesperación somatando la punta de mi zapato de tacón esperando a que la cola avance. El estomago parece como un terremoto, hace ruidos de hambre y de gastritis a causa de los malos horarios alimenticios.

Pienso y pienso en lo mucho que se deseo un café ,que me ayude a entibiar mi cuerpo. Mis dientes rechinan de tanto frio, mis labios se resecan. La espera se hace cada vez más larga. Las ganas de ir al baño a orinar se acercan. La desesperación, el frio, y la urgencia de un inodoro hacen que cada segundo sea una hora.

Estoy a unas cuantas personas, de llegar a lo mas esperado , tal vez de toda la tarde, estoy a unos pasos de la recarga, cuando se acerca una amiga de quien está enfrente de mí y se mete ¡el colon! Siempre que se está en una cola no hace falta el colon, como se conoce en Guatemala popularmente. ¡Al fin termia su orden de complejo de bulímico!

Se empieza a saborear el café moca , bien cargado ; cuando aparece la típica persona , por lo general es una chava, que no sabe que quiere comer, hasta en la decisión para qué comer se nota la indeterminación de una persona. Al fin llega mi turno, saco mi billetera de mi amplia cartera, la cual hasta un pañalera se queda corta, saco mi tarjera del banco G y T ; pido lo de siempre , un gitano de pollo y un moca.




DE MI CASA A LA UNIVERSIDAD
Abro el portón oxidado y viejo de color negro de mi casa, hace su distintivo chirrido, lo cierro pongo alrededor una cadena pesada y gris alrededor barrotes.

Paso por la famosa tienda de Don Meme, un viejito tan arrugado como una cascara de aba tostada, se despide de mi con una sonrisa. Luego cruzo a la derecha, sigo recto, cruzo a la izquierda y paso enfrente de la colonia militar Mata Motos, sigo recto, por una cuadra más y cruzo a la izquierda, paso enfrenten de la típica iglesia mormona con canchas de básquet. Doscientos metros después, cruzo a la derecha, y media cuadra después cruzo a la derecha.

Sigo recto, paso por la farmacia, una cuadra después de esa farmacia doblo a ala derecha, sigo recto, cruzo a la par de las vías del tren y salgo a un costado de donde empieza el puente de jardines. todas la mañanas se puede ver sobre la esquina derecha a una señora que vende atoles, refrescos y pinitos. En esta parte hay que ser rápidos y astutos. si no viene carro muy cerca de ninguno de los dos lados , se acelera y en un dos por tres, se llega sobre el puente.

Cruzo el puente y el camino, es lineal , sigo todo el bulevar de jardines, paro en el semáforo que está a la par del Burguer King de la zona cinco. Nunca hace falta el limosnero y la señora que vende flores marchitas a las 5 de la tarde. Paso a la par de Pizza Hot, dos cuadras después cruzo a la izquierda y luego en la 32 calle de la zona cinco , después, cruzo a la derecha y sigo recta sobre toda la Calzada de la Paz.

Sigo recto el trafico es fluido, casi no hay carros. A la altura de Bobby´s Place, el restaurante de mariscos, empiezo a cambiarme hacia el carril derecho. Sigo recto cruzo y subo esa especie de colina la cual termina a un costado del colegio Alemán, sigo la rotonda, continuo mi camino en línea vertical hasta la siguiente rotonda la sigo y de forma inclinada a mitad de la misma se cambia la dirección, otra vez recta.

sigo recto , sin cruces, solamente unas cuantas curvas. empiezo a vislumbrar la garita del "Hoyo", paso a un costado de éste parqueo, empiezo a bajar la velocidad en donde usualmente hay una camioneta de transporte urbano, estacionada, cruzo, saco mi carné y entro por la parte de atrás del parqueo cuatro.

La cola de Gitane-Isabel Velasquez

Saliendo de la primera clase y hablando sobre cualquier cosa que no sea la universidad nos preguntamos si tenemos hambre y la respuesta como siempre es un si, caminamos hacia Gitane cuando de repente miramos la inmensa cola que se hace todos los días a las 7:00 p.m. dudamos en comprar allí y damos una vuelta en todos los restaurantes como Red, Go Green, Subway, Campero y Burguer; para ver si se nos antoja algo más para comer pero como siempre solo caminamos a todos los restaurantes y terminamos otra vez en Gitane decididas que allí es donde queremos comprar algo.

Seguimos hablando sobre lo que sucedió en nuestro día y miles cosas más, riéndonos de todo como siempre y hablando sin parar. La gente escucha nuestras conversaciones y seguramente piensan estas tres están súper locas pero ¿realmente importa lo que los demás opinen? No lo creo. Nos preguntamos la una a la otra que pediremos de comer y como todos los días yo dudo en comprar algo pues no quiero comer en la Universidad y luego llegar a mi casa a cenar, después de más de 10 minutos de espera llegamos con la cajera y como siempre con una gran sonrisa nos dice: buenas noches señoritas que van a pedir, hablamos entre nosotras la hacemos reír y luego nos decidimos y finalmente termino pidiendo algo como unas galletas o un brownie. Nos cobra un poco en la tarjeta y otro poco en efectivo se despide de nosotros y luego nuevamente la inmensa cola que a veces tarde un poco más y otras no tanto para recoger nuestra orden. Seguimos hablando sin parar como siempre, seguramente más de alguien ya se ha de haber irritado de nuestras risas pero no ponemos tanta atención al respecto.

Después de varios minutos y darnos cuenta que otra vez llegaremos tarde a la clase finalmente gritan un té frío y un croissant es lo nuestro que bueno, preguntamos la hora seguramente ya pasaron 10 minutos de las 7:30 p.m. la hora de la segunda clase, pero como siempre la espera vale la pena pues no podríamos poner atención a la clase sin comer antes.

Un camino no muy largo ni muy entretenido-Isabel Velasquez

Un camino no muy largo bastan unos 15 a 20 minutos para llegar a la Universidad saliendo de mi casa, mi mama prende la radio y como siempre soy yo la que decido que música escucharemos todo el trayecto. Salimos de mi colonia y cruzamos la calle para estar en el carril correcto algunas veces es un poco difícil pues los carros no dejan de pasar y tenemos que esperar por varios minutos y otras veces es bastante fácil, pasamos el primer semáforo y cruzamos a la izquierda para tomar un atajo donde no hay mas semáforos pero lo que si abunda son los túmulos y ventas de comida como hamburguesas, los shucos, churros y tiendas en cada esquinas. Luego esta la academia de policía y un lote donde hay miles de carros  inservibles, pasamos por el antiguo hoyo de la zona 6 donde ahora hay un montón de construcciones y locales pequeños.

Entramos a la calzada de la paz, un cementerio a nuestra derecha y antiguamente del lado izquierdo solo había una gran montaña de tierra pero ahora hay un parqueo de vagones de camiones y una empresa de cemento a medias pues nunca la terminan.

Saliendo del esa bajada podemos ver el puente de la zona 18 y un ferrocarril arriba de nosotros, podemos ver las miles de casas en un asentamiento donde las personas viven con el temor de que su casa se vaya por las lluvias y ponen miles de costales alrededor para evitarlo, pasamos por todo eso y llegamos a las gasolineras Shell una del lado izquierdo y la otra a menos de un kilómetro del lado derecho.  Como podemos ver no hay muchas cosas mas que grama, tierra y un pequeño río en el trayecto, también un nuevo restaurante llamo la Gardenia del Pin, y unas canchas de football, unas galerías de empresas y luego al terminar ese camino empieza un gran subida al Boulevard Austriaco, platicando y cantando estamos a punto de llegar a la universidad, pasamos el primer redondel y mi mama alerta para que los de EMETRA no le pongan una remisión baja la velocidad, y pasamos el siguiente redondel llegamos al famoso hoyo da la vuelta y me deja allí para que pasa por el famoso R y entra a la Universidad. Un camino no muy entretenido pero al final de cuentas lo que importa es que casi nunca hay tráfico. 

jueves, 19 de agosto de 2010

EL AJETREO RUMBO A LA UNIVERSIDAD

Por: Andrea Martínez.


El estrepitoso sonido de mi alarma comienza a dar de alaridos desde las 4:30 AM, entre mi inconciencia, la lucha comienza en contra de las envolventes colchas. Cuando la suerte me acompaña y venzo a los parpados adormecidos, me siento en la orilla de la cama, para luego dirigirme directamente al baño y entre bostezos tomó el cepillo y lo introduzco en mi boca, me enjuago, y aún soñolienta me coloco un pans, tenis y voy en busca de la bicicleta. El cielo aún esta oscuro, la neblina se deja sentir. Emprendo el recorrido hacía la quema de calorías…

Trascurridos 60 minutos, retorno a tomar una ducha, vestime y es aquí en donde realmente comienza el corre, corre. Con cada minuto, resonando el tic, tac del reloj, voy con pisadas fuertes, rumbo a la parada del bus colectivo. Abordo el colorido, y revoltoso cubo, entre la apretazón, y la angustia de llegar a tiempo al primer tramo del camino, con fortuna, alcanzo a hojear unas cuantas páginas de algún libro.

Llegada a mi primera parada, subo el siguiente autobús. En este abordaje corre con menos oportunidad de descubrir nuevas aventuras en la mente de algún escritor. Hay gente hasta en techo del cubo rojo con ruedas. Enciende el motor, y a toda prisa, se avienta en el transitar vehicular. Es increíble, las expresiones faciales de las que se pueden degustar. Algunas sonrisas, otros ademanes de vociferación, muecas aletargadas, y otros más de que no me vean ni la cara.

La aventura, se vuelve a cada instante más intensa, al llegar al obelisco, al nudo de carros que se va enredando, trae a colación el sonido de las bocinas, y claro, no falta el pitar de la autoridad fosforescente. En esta estación, desembocan el 80% de los pasajeros. Quedándonos con un respiro de alivio, poco a poco vamos acomodándonos en los espacios libres. El conductor sigue su marcha. Pasados 5 minutos, llega mi última parada.
Desciendo dos gradas que no trastocan la calle, y comienza otra agitada caminata de aproximadamente 900 segundos. Con zancadas agitadas, adelanto un tramo de 6 cuadras, que desembocan frente a un gran edificio fortificado por unos enormes vidrios templados. Cuando por fin logro atravesar el pavimento, me introduzco en él.

Ahí, sucumbo por 8 horas, atendiendo clientes, llamadas, y cualquier tipo de requerimiento que pueda surgir en la oficina. Cuando el reloj marca las 16:50; sé que es la hora de ir apagando el monitor, y desconectarme de esa agitada rutina. Apresurada, me dirijo hacía la cocina a recoger algunos trastes y llenar el pachón de agua.

Sabida, que el tiempo apremia cada vez más. Me despedido de algunos compañeros, tomó mis cosas y voy rumbo descendiente en los escalones del cuarto nivel al primero. Cuando abro la puerta de salida, veo que ahí esta el número 7 en rojo estampado en el vidrio frontal del trasporte que pasa por mi para luego iniciar otro viaje hacía mi última estación. En este andar, Julio. El chofer, da toda marcha al pedal, para lograr el tiempo establecido del trasbordo de las otras personas que nos acompañan.

A esta hora de la tarde, el tráfico se hace sentir. La pesadez de las calles es notoria. Todos en la lucha por querer llegar a un destino. El cansancio de la jornada se deja sentir sobre mis parpados. Cierro los ojos. Trascurrida media hora. Despierto por los bultos que acolchonan el asfalto de la universidad. Deseando, que ese sillón sobre el que me recuesto se convierta en mi cama, me despabilo y bajo del bus. Nuevamente, me encuentro corriendo hacia un salón y una cátedra que espera por mí.

***

Mi pequeño angelito

José David es un niño de 3 años aunque parece mas grande; me impacto que a pesar de todas las dificultades que ha tenido en su vida pues trabajaba desde los 2 años vendiendo en un parque con su mama; además de pequeño fue violado varias veces por su padrastro y sus amigos por lo que se contagio del virus VIH; nunca pierde esa sonrisa divina de su rostro.

Conocí a José David hace poco tiempo en una visita al hospital San Juan de Dios, me pareció un niño lleno de alegría y con una bella sonrisa dibujada en su rostro corriendo por el pasillo de traumatología y oncología pues aparte de todo le detectaron cáncer y hace unos meses lo desahuciaron.

Como podemos ver su vida al igual que la vida de muchos niños que están en cada esquina de los semáforos ha sido muy dura. A pesar de todo esto la tía de José David quien lo cuida en este momento, tiene la esperanza de que se cure.

José David tiene la piel suavecita, sin pelo pues la quimioterapia ha hecho que se le caiga, también tiene una pancita enorme y preciosa, sus ojos tienen un brillo que a pesar de tener ganas de llorar al saber su historia es inevitable sonreírle al verlo. Le encanta jugar con carritos y por eso se adueño de varios de los carritos que llevamos.

Le gusta platicar bastante y para la edad que tiene habla y se desenvuelve bastante bien, es de las personitas que te hacen sentir feliz. Estuvo bailando y cantando con nosotros pasando un buen momento y olvidándose del dolor y la medicina por un momento. Yo se que a pesar de que muchas personas se pregunten el porque de la situación por la que el esta pasando, Dios tiene un gran propósito con él y a pesar de que solo compartimos unas horas me hizo darme cuenta que hay veces en las que nuestros problemas no son nada comparados con los que los niños de la calle se ven enfrentados.

Me encanto el pequeño José David desde el momento que lo vi. Ese ángel y carisma que tiene lo hace tan especial y difícil de no fijarse en el. Èl dice que le gusta ayudar a su mama a vender cosas y que quiere regresar a su casa pronto. 

 

miércoles, 18 de agosto de 2010

ESPERANDO EN RECESO


Nathalie Ortíz

Al salir del primer curso del día en la Universidad Rafael Landívar, me doy cuenta que tengo un poco de hambre y decido ir a los restaurantes. Decido ir a Café Gitane a comprar el combo No. 3 que incluye un gitano de jamón, Lays y una bebida natural. Regularmente en este restaurante es en donde se hace más cola. Llega a bloquear el corredor. Se escucha el ruido de las pláticas de todos los estudiantes de las diferentes facultades. Muchas veces cuesta escuchar a la persona que está acompañándonos a comprar.

Estoy parada un poco atrás en la cola esperando por mi combo. Disponiendo solamente de 25 minutos. Personas pidiendo permiso para poder pasar, personas acercándose a la cola y decepcionándose de todo lo que faltaría para que fuese su turno y decidiendo ir a buscar otras opciones, ya sea Pollo Campero, Burger King, Subway o la despensa.

En la cola, todos sosteniendo su mochila con sus libros y cuadernos; la mayoría, acompañados de sus amigos, otros solos y una que otra pareja. Como siempre personas que conocen a los que están haciendo cola, y “disimuladamente” se integran a la fila, o mejor dicho se meten de colados. Algunos estudiantes se comienzan a salir de la fila porque se desesperan y otros se entretienen viendo los pequeños videos en la televisión que se encuentran en la parte de enfrente de Café Gitane.

Poco a poco me voy acercando y ya empiezo a escuchar a la señorita decir: “Bienvenidos, ¿en qué les puedo ayudar?” Comienzo a observar la indecisión para poder ordenar algo, tuvieron tanto tiempo en la cola y aún así ¿no han podido pensar en lo que van a pedir? También, escuchó cuando dice “necesito un… gracias”.

Finalmente, es mi turno, pido mi combo No. 3, pago y paso al lado de la entrega. Estudiantes recibiendo su café o su pan e yéndose. Las cocineras preguntando quién pidió tal cosa o a quién le falta su orden. Me dan mi orden y rápidamente me retiro, permitiendo que alguien más pueda esperar cómodamente su pedido.

... uno, tras otro, tras otra, tras otras y otras...

Por: Andrea Martínez
En ese momento el tiempo se estanco, aunque para ser precisos para otras personas corría con el paso abrumador del tic, tac, de como en un intento lo logramos controlar. Estando todos. Uno tras otro, tras otra, tras otros y otras, escuche, gritos de auxilio, pero lo curioso de todo es que los gritos en algunas ocasiones eran silenciados y en otras tantas estridentes. Ellos fueron quienes fijaron en mí la pausa.

Entonces, también mis ojos fueron abiertos, y observé. Vi a hombres y mujeres, en su mayoría adolescentes, escondidos tras apariencias ostentosas, blindados cada uno con un detalle en particular: tacones, suelas de goma, vestimentas formales, en varios coloridos, azul, verde, amarillo, morado, rojo. Adornos, piercings, pulseras, colgantes, lentes. Pecas, granos. Cada uno, en posición de frente y tras otra persona.

Marcando el espacio que va ocupando conforme el recorrido, a veces deciden regalar unas miradas a ras con otra visión de vida, en ocasiones el roce son ojos coquetos, otras son roces de envidia, otras de desprecio, y algunas otras de esperanza de vida que se comparte en la contemplación de ojos con ojos.

Que decir de los labios cuando se encorvan de sien a sien, a decir verdad en ese lapso, no fui capaz de diferenciar uno de esos. Todo fue lento y fugaz, nadie noto que mientras actuaban en el espectáculo de su vida, yo observada, yo absorbía de ellos. Consumí en algunos la alegría del momento, en otros el mal humor de su vida.

Ja! Pero que decir, de esos in fortuitos discursos sin sentido, de esas palabras incandentes que rebosan en los labios que murmuran sobre quiénes desfilan frente a la vanidad encarnada. O que decir de las conversaciones entre camaradas de anécdotas vividas en el trascurso del día.

Conforme nos deslizábamos y cada uno iba tomando un rumbo, desperté en esa misma realidad, percatándome que sin lugar a dudas yo también formaba parte de la expectante escena. De pronto, ya me encontraba al tope de la caja, de subito desperte de ese lapso de tiempo que en realidad no sé fue tiempo perdido o bien aprovechado por la reflexión que deduje. Al ver el rostro inquietante de ordene ya, o se mueve. Pedí un café, cancelé y final de esa fila interminable llegó…

...sí, se acepta regateo...

Por: Andrea Martínez



Sobre la 7 Avenida de la Zona 9, en un costado de la vía en donde transitan los vehículos, hay una venta de economía informal. El olor trastoca en el sentido del gusto, evidencia los panes con guacamol y salchicha que allí preparan manos laboriosas. Sensación que por cierto deja que a cualquiera se le apetezca. El ambiente es un poco ruidoso, se escuchan los estridentes alaridos de los claxones y motores de los carros al acelerar el paso cuando el señalador verde se los concede.

Alrededor de la carreta roja, hay otras personas. Gente que colabora con la preparación de la comida, o reciben la paga. Pero, en particular, hay una mirada que representa la inocencia pura. Esas pupilas cafés, se mostraban perdidas. Eran tan solo el reflejo de la niñez laboriosa que vive en las calles. Su mirada expectante hablaba ¿mi presencia por este transitar será notoria?

De pronto, un carro se detuvo, se ahorrillo por donde está el dueño de las pequeñas manos. Es evidente que el trato que le mostraron no era de su edad. La misma necesidad de vender las rosas, lo obliga a acercarse a la ventanilla del vehículo, sin pensar en el riesgo que esto puede conllevar. Con una sonrisa, y con un ruego inquietante le muestra las flores. Emocionado corre hacia su padre para pedirle cambio. Era una venta lograda, lo que podía significar la oportunidad de un plato de comida.

No tuve el valor y el coraje de acercarme a donde estaba el niño, hasta cierto punto estimo que fue el temor y la cobardía de no afrontar una realidad que es latente en esta ciudad. ¿Miedo? Sí, miedo. Por cualquier represalia que pudiera tomar sus progenitores en mi contra. El chico corría con la suerte de estar al lado de sus padres, pero muchas veces esa realidad es otra, hay niños y niñas que recorren las calles pidiendo dinero sin ninguna protección corriendo el riesgo de gente que sólo desea dañar su integridad física y moral. Lo cierto es que, esta es mi historia. Pero estoy segura que sí pudiera adentrarme en sus pensamientos y el tuviera la oportunidad de contarme su historia lo haría de esta forma:

“Mi trabajo es sencillo, y sí, se acepta regateo. Pero no más de la cuota establecida… que día el de hoy, frío y con algo de lluvia, ya vino el primer cliente, me compró dos ramos de rosa, yo le dije que llevara uno para su esposa y otro para la niña. Aceptó. Ya con esto tengo para que mi papá no me regañe. A mi hermanita se le va en jugar con tapitas todo el día, si intento quitarle alguna seguro que me cae con Mariela, ella es mi hermana grande, que no hace más que vigilar como va la venta…”

UN CAMINO NO TAN LARGO EN REALIDAD




Nathalie Ortíz


El camino de mi casa a la Universidad Rafael Landívar no es muy largo aunque lo parezca. Vivo carretera al Atlántico en el km. 14.5. Regularmente salgo de mi casa como a las 16:55. Al salir de casa se puede sentir el calor porque el sol brilla frente a mi casa. Abro mi carro y entro, el calor es muy fuerte dentro de él. Enciendo el carro y comienza mi pequeño viaje.


Empiezo a manejar lentamente ya que uno debe ir a una velocidad de “10km/h”. Mientras voy saliendo del residencial a ambos lado observo todas las casas, amarillas y corintas, amarillas y conrintas. Hay uno que otro niño jugando. Llego a la salida y el policía abre el portón. Salgo y se empieza a escuchar los ruidos de los carros, las camionetas bocinando mientras llegan a la parada de bus y veo a las personas esperando en la calle o tratando de cruzarla.


Voy por la carretera, con dos carriles de ida y dos carriles de regreso. Siempre me encuentro con camionetas, tráileres, camiones, carros y motocicletas. Algunos van rápido, otros van despacio. Durante todo el camino se puede encontrar en los costados gasolineras, restaurantes y empresas como Coca Cola, Kern´s, entre otros. También terrenos grandes en donde se guardan los tráileres. Siempre hay personas imprudentes tratando de dar vuelta en U en espacios no permitidos.


Luego, tomo el camino por la Calzada de la Paz, un camino más directo que por el centro. La mayor parte de este camino tiene muchos parches y algunos hoyos a causa de la lluvia. En este camino se ven muchos árboles alrededor y a veces inesperadamente alguno que otro derrumbe. No hay tanto tráfico por este camino.


Después, empieza una cuesta para tomar el Boulevard Austriaco, la carretera se mejora y ésta es un poco desolada ya que no se encuentran casas, solamente el colegio Austriaco. Éste es un lugar sin mayor tráfico por lo que se puede manejar rápido. Se llega al último redondel antes de llegar a la universidad en donde los carros pueden tomar diferentes vecinos y se crea un poco de tráfico. Al pasar este redondel, se llega al parqueo No. 5 mejor conocido como “el hoyo”, entro, tomo mi ticket, saludo al policía y busco el parqueo más cercano a las gradas.


Esta es la forma en como llego a la universidad saliendo de casa.


"Lupita"

Por: Adriana Duarte


Y su risa se escucha de fondo en la melodía de cada amacer. Su alegría que asombra a pesar de tener un trasfondo frío. Lupita de tan solo 7 años, no come, no vive, no vive la vida que una niña a su edad debería vivir. Sola en el olvido de lo vacio que esta su corazón, a pesar de todo lo que vio y vivió si alma sonríe. Su padre nunca se supo quien fue, por lo menos ella no llego a saber quien fue. La madre hace 1 año la mataron enfrente de su casa, si enfrente de sus lindos ojos que demuestran inocencia pero que jamás verán igual desde ese momento tan sombrío que vivió. Y quien es capaz de hacerle eso a esta pequeña creatura que cada vez q te mira sonríe y dice “buenos días, y hoy a que jugaremos” le encantan los colores fuertes y vivos.  Brincando, saltando, bailando, le encantan los dulces, y desde la entrada a la guardería se escucha su risa deseando que lleguen nuevas visitas. Cada vez que tu le das un dulce dice, no mires la envoltura, solo fíjate en lo que hay dentro, conócelo, saboréalo, y es una delicia de dulce de azúcar.
Y solo de pensar que ella paso casi un mes sin hablar, llorando comiéndose el concentrado del perro que tenían en su casa de tan desorientada, triste, perdida, abandonada, sola sin familia, sin alguien que cada mañana la despertara para ir al colegio. Ahora despierta en una de las casas de las niñeras de la guardería que la cuida mientras encuentran una casa para ella. Lupita la chica dulce de sonrisa pura, y corazón de miel, mirada sin fondo, horizonte perdido, belleza diminuta que hechiza tu alma, leyendo el sol, cada mañana sonríe sin voz, la voz que a gritos canta a la nada, que grita por amor, que grita por vos. U abrazo, un beso, un dulce, solo eso necesitaba la pequeña lupita. Sus pequeñas manos calientitas y pegajosas de tanto dulce que come, pero como come la niña. Su gabacha llena de manchas de comida y brillantina. Su pelo un poco despeinado queriendo decir, encuentren mi camino, si mi camino hacia la vida amarrada de la soledad. Y mi olor  a una mezcla de arcoíris y perfume de barbie que venden en las tiendas del mercado. Con unos zapatitos negros y calcetas con vuelos blancas, es con los que Lupita caminara hacia la verdad y realidad de su vida. Ojala un día guarde su recuerdo en la envoltura del dulce que más le gusto. 

¿Y EN DONDE QUEDÓ LA NIÑEZ DE EDVIN MISHAN?

Nathalie Ortiz

18 de agosto de 2010
 
En una esquina de un pequeño mercado en carretera al Atlántico, específicamente en la colonia llamada “Villas del Hermano Pedro” se encuentra una verdulería en donde trabaja una pequeña familia. Esta verdulería es una de las más surtidas ya que también cuenta con una pequeña abarrotería y una carreta con venta de pollo frito y papas. Aquí se pueden encontrar las verduras más frescas.

Un pequeño miembro de la familia trabaja diariamente en este pequeño negocio, su nombre es Edvin Mishan y tiene tan solo 15 años de edad. Su día comienza aproximadamente a las 5 de la mañana porque la verdulería la abren a las 6. Algunas veces, se encarga de despachar y dar el vuelto, otras veces está en la carreta vendiendo las papas o el pollo frito.

Edvin no asiste a la escuela porque necesita encargarse del negocio junto a su familia y luchar por lograr algunos centavitos. Su día termina como a las 9 de la noche guardando toda la mercadería.

Medirá a lo mucho 1 metro con 60 centímetros de altura, con complexión promedio, ni tan gordo pero tampoco tan delgado. Su tez es morena, tiene cabello negro, liso y corto, algunas veces se lo peina buscando la forma de que el cabello le quede parado. Tiene ojos cafés oscuros y la forma de ellos es un poco achinadito. Con pestañas relativamente cortas, su nariz redonda y sus labios delgados. Tiene orejas no muy pronunciadas. Sus dientes son blancos como las nubes.

Utilizaba un pantalón de lona azul con algunos hoyos, en mi opinión creados por él. Tenía una playera azul con celeste claro. Calzaba un par de tenis un poco desgastados.

Cualquier persona que se acerca a comprar, lo recibe con una sonrisa, quizás un poco cansada pero dispuesto a ayudar y pasando una bolsa, si es que la necesita para guardar la compra.

Y a todo esto me pregunto, ¿en dónde quedó la diversión en la etapa de la niñez de Edvin? ¿Con 15 años y ya trabajando?

El silencio es el grito más fuerte...

Habiéndose negado a decir una palabra, su mirada se perdía entre los carros que transitaban por la 6ta. Avenida, cerca de la terminal esa mañana de Sábado.


Su semblante se asemejada al grisáceo cielo que acompañaba el día. Parecía un ser de otro mundo asustado de tener una pesadilla, pero esa era su realidad. Su silencio fulminó la mayoría de las preguntas que quería hacerle. Dejó que mi observancia encontrara respuestas que saltaban a la luz tan solo con un instante de sensibilidad. Se dio cuenta que le observaba, y luego me ignoró cual fuese nadie, de la misma forma que lo son todas las personas que pasaban a su lado.


Parecía que su mente divagaba fuera de una realidad que le engendra lamentos y sueños que quizá nunca logre realizar. Pero había un brillo en sus ojos, un extraño brillo que no puede interpretar de inmediato. Era esperanza. Sí, estoy segura que eso era, y esa fue la razón de su indiferencia. Yo atentaba contra una ilusión que era tan lúcida en ese momento que no habría espacio para distracciones realistas que solamente harían una remoción de sentimientos que alimentan la tristeza.


Me alejé sin molestarle más, y aún sin su permiso, robé una fotografía desde la distancia, desde ese mismo punto del que lo mira toda la gente.

ANA LUCIA QUIÑONEZ

No siempre el mejor amigo del hombre, mas bien el mejor aliado del niño


Todos los días vemos miles de “chuchos” de la calle, dan lastima, dan asco, dan muchos sentimientos, mas a los que los gustan los animales. Pero realmente alguna vez ¿Hemos pensado que estos chuchos son realmente los aliados o compañeros de miles de niños que no se atraviesan la calle sin ver a los dos lados?
Es triste la realidad pero para estos niños los chuchos son su mejor aliado, aliados en las penas de hambre, aliados en las penas de frio, aliados en las enfermedades, aliados en las penas de ser huérfanos. Ellos los acompañan, les platican, les abrazan para quitarles el frio, realmente se convierten en amigos.
Muchos vemos a los perros como una mascota, compramos una raza bien “caquera” para que vean que tengo gustos diferentes, y realmente el perro se mantiene encerrado en el patio ladrándole a los zanates. Qué triste que un compañero para otros sea para nosotros un adorno.

No siempre el mejor amigo del hombre, mas bien el mejor aliado del niño


Todos los días vemos miles de “chuchos” de la calle, dan lastima, dan asco, dan muchos sentimientos, mas a los que los gustan los animales. Pero realmente alguna vez ¿Hemos pensado que estos chuchos son realmente los aliados o compañeros de miles de niños que no se atraviesan la calle sin ver a los dos lados?
Es triste la realidad pero para estos niños los chuchos son su mejor aliado, aliados en las penas de hambre, aliados en las penas de frio, aliados en las enfermedades, aliados en las penas de ser huérfanos. Ellos los acompañan, les platican, les abrazan para quitarles el frio, realmente se convierten en amigos.
Muchos vemos a los perros como una mascota, compramos una raza bien “caquera” para que vean que tengo gustos diferentes, y realmente el perro se mantiene encerrado en el patio ladrándole a los zanates. Qué triste que un compañero para otros sea para nosotros un adorno.

No estoy Sólo, La calle es mi mejor amigo. - Stephanie Escriu

Un día como cualquier otro, se despierta en medio de la nada. El canto del gallo para él no es nada emocionante pues significa que tiene que despertarse y pasar otro día frio y lleno de soledad. Aunque él es muy cariñoso su olor no es nada agradable y la gente lo ve con desprecio pues no quiere ni acercarse al hedor, no ven mas allá, esa cara de inocencia que con sus ojos muestra todo lo que ha vivido en las calles.

Muchos le llaman Nacho, pero él insiste en llamarse Nachín, no es un niño común y corriente pues tiene una vida muy difícil para su edad. Muchos lo quieren ayudar para que no siga con estas dificultades que la misma vida le ha dado sin razón.

Su ropa no es tan fea ya que le regalan ropa, gente que lo conoce, que conoció a sus padres que no lo pudieron cuidar y lo dejaron a su suerte. ¿Cruel? Puede ser, pero Nacho no lo ve así, solo sueña el momento en que pueda ver a su madre de nuevo.

Si está imagen se queda en tu mente es porque Nacho logró entrar en tu corazón como en el de todos los demás.

Luisa Mayari Prado


Universidad "Rafael Landívar"
Licda. Claudia Navas
Licenciatura en Ciencias de la Comunicación
Estilística
Luisa Prado
Carné 1231209
El Cuidador de Carros
         Las manos  agrietadas, resecas , por utilizar detergente en polvo para lavar carros.  Su piel morena, ojos cafés, pelo negro y  una mirada de ilusión y esperanza que se contradice con la expresión de su cara.  Estatura promedio.   El intento de una sonrisa que se vislumbra en su rostro, pero en el mismo momento esa expresión es interrumpida por la vergüenza.
Un suéter gris, que con varias lavadas y  asoladas se ve que fue café. Unos jeans con los ruedos desgastados y con algunas manchas. Tenía unos zapatos deportivos, el del lado derecho con un hoyo al costado. Las correas desgastadas, y la superficie del tenis manchado y raspado.
 Todos los domingos al entrar a misa de 7 de la mañana, los feligreses se encuentran  con ese rostro amigable de Gustavo Adolfo, quien muy amablemente ofrece su servicio de cuidado y lavado de autos. Y  a la salida se despide de sus clientes y les desea un buen día.
Nunca me había acercado a él, más que para darle los cinco quetzales por cuidarme el carro durante la misa. Decidí acercarme a él y preguntarle su nombre, le pregunté  su edad, el me dijo que tenía 16.  Con la intención de no interrumpirlo me quedé  parada alimentando a las palomas de la iglesia de la Merced sin quitarle la vista de encima.  Durante esos 20 minutos, noté que es un arduo trabajador ya que en ningún momento para  y toma un respiro.
Tampoco,  pude percibir un lamento o queja por lo que estaba haciendo. Simplemente estaba en su lugar de trabajo haciendo lo que le tocaba hacer. Después de la misa, me dirigí hacia él y le pregunté si aparte de trabajar,  estudiaba, él me contestó  que estaba cursando primero básico en la Escuela Nocturna Miguel García Granados, ubicada enfrente de la iglesia de San José , en la zona 1.
Proseguí con mi interrogatorio y noté,  que poco a poco su ceño se fruncía, además su mirada perdía por momentos ese brillo, y su cabeza la bajaba constantemente , como signo de vergüenza, al contestarme algunas preguntas. 
Me compartió que desde muy niño él se quedo sin su padre y a los 11 años tuvo que desistir de la escuela  para trabajar; también compartió sus sueños y anhelos, me confesó que quería ser un gran empresario y esa era la razón por la cual estaba estudiando.
Le pedí que se tomara una foto, ya que él era un gran ejemplo a seguir. Algo nerviosos e inseguro poso para la foto, muy amablemente se despidió de mí y como todos los domingos me deseó un buen día.

Gustavo Adolfo Aguirre