miércoles, 18 de agosto de 2010

Jose Anderson


Yolanda
Niña  morena de 12 años de edad de un metro veinte de estatura, cabello castaño oscuro quemado y maltratado por el sol, el viento y la lluvia, largo hasta la cintura. Pómulos pronunciados, ojos achinados, labios gruesos y nariz pequeña, cara redonda con una expresión de cansancio y desconfianza. Manchas blancas por en su cara y brazos provocados por largas horas de trabajo en un semáforo de la zona 4, desnutrida con el estómago inflado detenido por el refajo de su corte típico sin huipil, en vez de él una blusa azul. En la cintura una bolsita tipo cangurera como de ayudante de bus donde guarda el dinero que le regalan por limpiar los vidrios de los vehículos del cual debe de entregar cuentas rápidamente. Una esponja con espátula para limpiar con un bolillo corto que por su estatura le dificulta limpiar bien los vidrios. Sus pies desgastados como sus sandalias que debajo de la tierra y el humo se ve que son rosadas. Sus pocas palabras no me sorprenden ya que tiene a sus padres o encargados viéndola de lejos. Allí parada en el arriate central de la calle numero veinticuatro que pasa frente al Teatro Nacional Miguel Ángel Asturias observa sin interés las monedas que le doy, confundida por ser fotografiada, porque dejo de ser invisible una lluviosa tarde de agosto.

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