miércoles, 18 de agosto de 2010

De la niñez y adolescencia a comerciantes inestables

Niñez en la callePor: Keneth Cruz

Por las calles y avenidas de mi barrio, un lugar popular y transitado por miles de personas,  a diario figuran por doquier los seres que son considerados como: “el futuro del país”.

Las largas filas producto del tráfico ocasionado por la conglomeración vehicular, sumado algún conductor o conductora capaz de interrumpir cualquier paso y el semáforo en rojo, son los indicativos para que se observen a menudo a varias criaturas realizar un juego real de vida, fingiendo ser los proveedores de materiales y mostrando la diversidad de productos en espera de que algún buen consumidor los adquiera.

Por la mañana son flores,  por la tarde golosinas y durante el día entero,  tarjetas telefónicas; otros muestran el agotamiento perpetuo al cual han sido condenados y condenadas.



Niñez en la calle

Fingen una sonrisa comprada al escuchar el sonido de una moneda depositada en el utensilio portado, a la que agradecen si es mayor de veinticinco centavos porque de lo contrario reprimen y la tiran como señal de desaprobación.

Niñez en la calle

Otros más ilustres brindan servicio de lavado exclusivo de vehículos y se muestran sonrientes al ser atendidos y pagados por cualquier ente al volante que regala monedas o billetes significativos como señal de desesperación por marcharse debido al miedo ocasionado por la situación nacional en general.

Lo sorprendente de todo es observar el vestuario repetitivo que muestran, careciendo de lo que un buen samaritano obsequié o quizás más fatal, lo que se encuentren en algún lugar de las tierras de Dios.

Tal y como diría el célebre guatemalteco Manuel Yat, en relación al observar los diferentes rostros en los niños y niñas de Guatemala y sobre todo con su inocente expresión:

¡Y cuando sea grande...!
¡Quiero ser...! ¡Quiero ser…!
PRESIDENTE

 Y así es nuestra realidad...

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