miércoles, 18 de agosto de 2010

EL PÁJARO BOTUDO (Historia de un niño de la calle)

(Escrito por Dionisio Esteban. Carné 2680385.)
Universidad Rafael Landívar.

18 de agosto de 2010.


Allá por la madrugada, antes de que los rayos del sol comiencen a abrazar al pueblo, se encuentra una humilde choza hecha de ramas de árboles, encima está cubierto de teja manil sacada de un gran ciprés viejo que con el paso del tiempo, se acostó como diciendo: aquí me tienen, vengan que estoy disponible. La casa esta forrada de barro y en algunas partes, con parches de nylon negro, rojo y verde.

Hace algunos años ahí nació el “Pájaro Botudo”. Mamá les gritaba a cada rato junto con sus otros 5 hermanitos porque eran insoportables desde el amanecer hasta que las chamarras los cobijaban den del frio y lluvia por las noches. Recién nacido el último de los hermanos, por una enfermedad, “mal espíritu” , papá los deja para siempre porque en sus venas ya no corría sangre sino pura agua que recibió durante largas jornadas en el corte de caña. Sus alimentos consistieron en un par de tortillas con chilito, sal, un poco de frijol o huevo cuando había.

El “Pájaro botudo” inició su niñez acompañando a su padre y por eso no conoció un escritorio ni un aula de clases. Solo miraba a los otros niños que se burlaban de él porque en vez de llevar su morralito o mochila de cuadernos, lo que llevaba en la cintura era la vaina de su machete corvo y un lazo en la cintura. En los pies, un par de botas de hule negras con los pies sudorosos y olorientos.

Aún en este tiempo no le habían apodado, sino hasta que decidió cambiar de “empleo”. Ya era grandecito y tenía que mantener a su mamá y a sus hermanitos que también trabajaban. Encontró al amigo “luciérnaga” quien le dijo que le prestaba pasta para ayudarle a pintar zapatos en el parque central del pueblo. La diferencia del trabajo nuevo era que iba a estar sentado todo el día, mientras que en su empleo anterior había que estar de pie caminando todo el día.

Hace nueve años que está dándole brillo café, negro, blanco, rojo, al calzado de grandes y pequeños del pueblo, de hombres y mujeres de todas las edades y tamaños. Ha tenido la oportunidad de lustrar los zapatos del señor alcalde municipal y mientras él lo hacía, pensaba en sus adentros; “cómo pudiera entrar en el despacho de este señor y comer lo que come”.

El “Pájaro botudo” se puede entender por las madrugadas que él se daba para venir al pueblo y comenzar su faena diaria ya que no tenía reloj y se levantaba con los primeros cantos de los pajaritos, vecinos del bosque. Con las botas grandes o pequeñas, cuenta él, me he ganado y seguiré ganando la tortilla para mi mamá y mis demás hermanos. Pero ahora, dice él, aunque ya estoy un poco grande, pienso que el otro año tendré menos tiempo para mi trabajo porque pienso ir a la escuela.





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