miércoles, 18 de agosto de 2010

... uno, tras otro, tras otra, tras otras y otras...

Por: Andrea Martínez
En ese momento el tiempo se estanco, aunque para ser precisos para otras personas corría con el paso abrumador del tic, tac, de como en un intento lo logramos controlar. Estando todos. Uno tras otro, tras otra, tras otros y otras, escuche, gritos de auxilio, pero lo curioso de todo es que los gritos en algunas ocasiones eran silenciados y en otras tantas estridentes. Ellos fueron quienes fijaron en mí la pausa.

Entonces, también mis ojos fueron abiertos, y observé. Vi a hombres y mujeres, en su mayoría adolescentes, escondidos tras apariencias ostentosas, blindados cada uno con un detalle en particular: tacones, suelas de goma, vestimentas formales, en varios coloridos, azul, verde, amarillo, morado, rojo. Adornos, piercings, pulseras, colgantes, lentes. Pecas, granos. Cada uno, en posición de frente y tras otra persona.

Marcando el espacio que va ocupando conforme el recorrido, a veces deciden regalar unas miradas a ras con otra visión de vida, en ocasiones el roce son ojos coquetos, otras son roces de envidia, otras de desprecio, y algunas otras de esperanza de vida que se comparte en la contemplación de ojos con ojos.

Que decir de los labios cuando se encorvan de sien a sien, a decir verdad en ese lapso, no fui capaz de diferenciar uno de esos. Todo fue lento y fugaz, nadie noto que mientras actuaban en el espectáculo de su vida, yo observada, yo absorbía de ellos. Consumí en algunos la alegría del momento, en otros el mal humor de su vida.

Ja! Pero que decir, de esos in fortuitos discursos sin sentido, de esas palabras incandentes que rebosan en los labios que murmuran sobre quiénes desfilan frente a la vanidad encarnada. O que decir de las conversaciones entre camaradas de anécdotas vividas en el trascurso del día.

Conforme nos deslizábamos y cada uno iba tomando un rumbo, desperté en esa misma realidad, percatándome que sin lugar a dudas yo también formaba parte de la expectante escena. De pronto, ya me encontraba al tope de la caja, de subito desperte de ese lapso de tiempo que en realidad no sé fue tiempo perdido o bien aprovechado por la reflexión que deduje. Al ver el rostro inquietante de ordene ya, o se mueve. Pedí un café, cancelé y final de esa fila interminable llegó…

No hay comentarios:

Publicar un comentario