miércoles, 18 de agosto de 2010

!Púchicas, ...pero qué tráfico!

(Escrito por Dionisio Esteban. Carné 2680385)

18 de agosto de 2010

Al describir el camino de mi casa a la universidad, me imagino como un ejemplo de la vida del ser humano. Hay altibajos, que en mi recorrido, se muestra en que  hay luces, hay tranquilidad, paz, flores, aire puro, ríos, sonrisas, naturaleza, vida; pero también hay dolor, amontonadera, relajo, enojo, bocinazos, se pone en juego la ley del más fuerte, la competencia si voy más rápido o si tengo el mejor carro, etc.

Primero, el ambiente de pueblo me hace sentir bien y me provoca una sensación de humanidad real, no humanidad camuflada como en las grandes ciudades. Cuando salgo de la casa, casi siempre encuentro a alguien conocido en la calle con quien después de intercambiar algunas palabras o sonrisas, me despido para iniciar nuevamente la aventura de los altibajos del camino hacia la universidad.

Me toca subir las montañas llenas de grandes árboles, y como es tiempo de invierno, lo que en verano estaba muerto y seco, ahora es como un milagro adornando grandes extensiones de tierra con un colorido verde y colores variados dependiendo del nivel en que se está sobre el mar.  Voy a 70 por hora y solo disfruto de las bellezas que encuentro por el camino, aunque por otro lado, es admirable y entristecedor que entre los cerros ya se ven grandes bloques de cemento en caminos y en casas, es que se están viniendo a vivir entre los bosques.

Normalmente hago 45 minutos para llegar, pero cada vez que me voy acercando más y más para la ciudad, empiezo a pensar más en mí, me encomiendo en las manos del Ser Supremo y me meto en el mundo de las máquinas que caminan y que solo van hechando un humo negro, por lo general. Llegando a Pradera Concepción,  comienzo a ver cómo sentirme fuerte y hacer valer mi derecho de la ley del más fuerte y veloz. Normalmente no logro mayor cosa porque luego,  esta una fila enorme de metal caminando como camina el gusano que vive en el maíz durante la época de la milpa.

Me atasco, nos atascamos todos, bocino, bocinan todos, si no te cuidas te puedo pegar por la parte trasera porque llevo prisa. Igual piensa el otro de mí y nos convertimos en rivales y la sangre nos sube a la cara hasta  tirarmos palabras mostrando el enojo.

Al fin, después de tanta paciencia, nos toca pasar donde estaba el embotellamiento, y es que dicen estar arreglando más vías de acceso para el pueblo, pero por ahí me contaron que no es para todos,  sino es para una pequeña colonia de ricos y es por eso que tuvieron que hacer cambios en la carretera. ¡Quién es el pueblo, y qué gobierno piensa así!... Solo en mi país puede pasar eso.

Finalmente ya más relajado avanzo más rápido y aunque no falta algún accidente, por lo general llego a tiempo para mis clases.

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