miércoles, 18 de agosto de 2010

El silencio es el grito más fuerte...

Habiéndose negado a decir una palabra, su mirada se perdía entre los carros que transitaban por la 6ta. Avenida, cerca de la terminal esa mañana de Sábado.


Su semblante se asemejada al grisáceo cielo que acompañaba el día. Parecía un ser de otro mundo asustado de tener una pesadilla, pero esa era su realidad. Su silencio fulminó la mayoría de las preguntas que quería hacerle. Dejó que mi observancia encontrara respuestas que saltaban a la luz tan solo con un instante de sensibilidad. Se dio cuenta que le observaba, y luego me ignoró cual fuese nadie, de la misma forma que lo son todas las personas que pasaban a su lado.


Parecía que su mente divagaba fuera de una realidad que le engendra lamentos y sueños que quizá nunca logre realizar. Pero había un brillo en sus ojos, un extraño brillo que no puede interpretar de inmediato. Era esperanza. Sí, estoy segura que eso era, y esa fue la razón de su indiferencia. Yo atentaba contra una ilusión que era tan lúcida en ese momento que no habría espacio para distracciones realistas que solamente harían una remoción de sentimientos que alimentan la tristeza.


Me alejé sin molestarle más, y aún sin su permiso, robé una fotografía desde la distancia, desde ese mismo punto del que lo mira toda la gente.

ANA LUCIA QUIÑONEZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario